domingo, junio 25, 2006

 

Casarse


Dice el autor de la imagen que ilustra este post en una entrada de su blog que os recomiendo leer encarecidamente ("Matrimonio homosexual") que sobre la ley del matrimonio para las personas del mismo sexo ya está todo dicho. Yo creo que no, que todo el mundo ha repetido hasta la saciedad los mismos argumentos a favor y en contra y que ya la cosa aburre un poco. Afortunadamente Ricardo, que es el ilustrador y escritor, ofrece su visión particular del tema y yo presentaré parte de la mía. Aquí tampoco vamos a dar por zanjado el asunto: aún nos queda mucho que hablar, reflexionar y pensar al respecto.

No se ha hablado apenas del tema del casorio como ritual. En la mayor parte de las culturas, el matrimonio es uno de los principales momentos rituales de la vida de una persona, por eso está cargado de símbolos y se realiza delante de la comunidad (amigos, familiares, autoridades...). No es sólo una cuestión de leyes y derechos y, si no, ahí tenemos a los heteros, que se casan por la iglesia aunque no crean en la religión sólo porque quieren tener un ritual si no bonito -depende del cura- al menos un poco más largo de los 5 minutos que dura en el juzgado. Muchos de los que optan por casarse por la vía civil, intentan ritualizar el evento contratando unos actores o pidiendo a algún amigo o amiga que hagan de maestros de ceremonias en el banquete. Y allí reproducen el rito civil, el de las películas gringas o incluso el católico: "Tomas a Pepita por esposa?"; "Sí quiero!"; "En la salud y en la enfermedad..."

Los seres vivos "nacen, crecen, se reproducen y mueren". Al menos eso era lo que nos enseñaban años ha en las clases de naturales. Cada uno de estos momentos vitales en la vida del ser humano vienen marcados por rituales. A cual se corresponde el matrimonio? A mi me da que al tema de la reproducción. Y es que, si antes a la mayoría de los bollos y las maricas ni se nos pasaba por la cabeza eso de tener hijos, desde que está la ley esta del matrimonio, parece que si no estás pensando en tenerlos eres un bicho raro.

Por no hablar de lo de la soltería, que ahora está mal visto incluso para los maricas y las bollos. Ya que habíamos conseguido que la mayor parte de amigos y familiares dejaran de preguntarnos eso de "tienes novia?", "cuando te casas?", ahora resulta que vuelven a la carga cambiando el género de la palabra "novia". Seguro que si te casas, a los pocos meses empiezan a preguntarte: "y los niños?", "vais a adoptar?". Pues no! No vamos a tener niños y, si decidiera tenerlos, a lo mejor los tenía con mi amiga Puri - que no es bollo- y follando, que sale más barato.

Antes del matrimonio, los momentos rituales de una pareja marica pasaban por "duarse" con Amena (qué gran paso de compromiso y estabilidad!, toda una declaración de intenciones) o por hacerte juntitos la prueba del vih-sida para follar sin condón si resultabas no ser una pareja serodiscordante. Hoy, sin pasar por los altares de ayuntamientos y juzgados, aún nos queda ritualizar eso de irse a vivir juntos, compartir casa. Al fin y al cabo, aquello de casarse viene etimológicamente de ahí: "el casado casa quiere". Siempre que el mercado inmobiliario nos lo permita.

Para los y las solteras una recomendación extraída de Sexo en Nueva York: cásate contigo mismo! Haces una lista de invitados e invitadas, una comidilla apañá y, lo más importante, una lista de bodas en la que intentes recuperar si quiera una mínima parte de la inversión en regalos pecuniarios y materiales que has hecho en todas las bodas hetero y homo a las que has ido en tu vida.

Comments:
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Casarse… menudo lío en el que nos hemos metido, yo lo que no entiendo es como siempre terminamos intentando imitar el estilo de vida heterosexual, pero si hasta ellos mismos están aburridos de ese corsete que se les ha impuesto durante tanto tiempo! Que se lo pregunten a todas las mujeres que por H o por B han decidido no casarse nunca, que aunque ha pasado mucho tiempo siguen siendo solteronas para el resto. No deberíamos empezar a creer que somos naranjas completas y no la mitad de algo? Porque lo que es yo me siento totalmente entero, y en los momentos en los que tengo pareja no intento que encaje como si fuera ese lado que supuestamente me falta, mis parejas son otra pieza de fruta incluso con otro sabor y olor, si yo soy una naranja que sean ellos una piña, o plátano, o fresa, o papaya, o….

(En Carmen Miranda, famosa cadena de productos de la tierra, podéis seguir la lista interminable de productos con los que batiros)
 
Leyendo las reflexiones que, sobre los ritos de enlace, expone nuestra querida Doctora Queer, me vienen a la cabeza algunos momentos rituales en los que cristalizó una separación.

Como muestra, un botón: Hace años me dué gracias a Amena con una mariquita standard de parroquia (¡y tanto que lo era!) a la que tiempo después entregué esa misma tarjeta para que, convertido en osa esplendorosa, la compartiera con otro, que ya no era yo. Lloré antes de entregársela, fingí serenidad y cierta indiferencia al depositarla en su mano y me demoré en aquel gesto porque pensaba que esa era la última vez que iba a gozar con su contacto.

En aquel momento, el gesto de alargar la mano con una tarjeta entre los dedos y recogerla después sin nada entre ellos tuvo, para mí, la fuerza de la alquimia. La separación devino enlace: “yo os declaro marido y marido” – “yo me declaro en soltería”.

Ahora que ya he incorporado a mi vida la práctica de follar con mis ex, sigo manteniendo las misma ideas de entonces: 1 + 1 son 1 + 1 y no 2 ni 1. Lo aprendí junto a mi primer novio. Aunque quizás sería mejor decir que las inferí a pesar de sus enseñanzas, pues él quería una mujercita y yo me harté de pasar el domingo por la tarde planchándole las camisas mientras él veía el partido de rigor.

Mi tercer novio y yo nos curramos el signo de adición desde el principio. Él tenía un proyecto vital. Yo también tenía el mío. Y decidimos acompañarnos el uno al otro, él con su acento extranjero y yo con mi (disimulado) acento del sur: 1 + 1 = 1 con 1. De haber llegado antes la reforma del código civil no hubiese tenido que desandar el camino recorrido: las grandes aguas las cruzó en avión.

Hay algo que creo que aun no hemos dicho: la revolución obligada no es revolución. Sólo cuando se tiene la libertad de elegir un modelo-institución, uno puede rechazarlo y mostrarse en contra. ¿Acaso no hay heteros solteros? ¿Y los que se casan lo hacen reproduciendo todos el mismo modelo de funcionamiento interno? ¿No son muchos los gays y las lesbianas que llevan “casad@s” más de 10 y 20 años viviendo según un modelo que les ha funcionado mientras otras apostaban por modelos que se adecuaban mejor a sus necesidades y resultaban igualmente eficaces? ¿Y qué me decís de todas esas parejas que contraen nupcias jurándose fidelidad, que no monogamia? ¿Es el heteromatrimonio equivalente al matrimonio que existe en el estado español desde junio de 2005?

Ya va siendo hora de pensar en el 1 + 1 + 1 [+ 1 (+1)+....]
 
Primero fueron Marisabel y Jose. Después mis amigos Rafa y Nina. Querían una boda - civil, por supuesto - personalizada, íntima, con ritual, y me pidieron que hiciera de oficiante. A Rafa y Nina les casaré en un par de semanas en España. Haré lo mismo con Raúl y Emily en Septiembre en Toledo, y cuando empezó la racha de encargos de Bodas Personalizadas, pensé que ya tenía trabajo.

Sin embargo, oongo a la Doctora Queer por testigo que las bodas de Rafa y Nina y de Raúl y Emily, serán las últimas a las que acuda en lo que me resta de vida.

Besos Californianos.
 
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