domingo, junio 29, 2008

 

Fiertés


Ayer se celebró el orgullo de París, bueno, mejor dicho, la Marche des Fiertés, que viene a significar "la marcha de los orgullos". Y es que los gabachos no se complican la vida con siglas incomprensibles para la mayoría de la gente y simplemente ponen lo del orgullo en plural para incluir no sólo el orgullo gay, sino también lesbi, bi, trans y todos los que se apunten.

Es que, claro, la doctora últimamente no cuenta nada de su vida. Como, por ejemplo, que ya es doctora cum loaded de verdad o que está ahora pasando una temporadita por París. El caso es que el sábado aprovechamos la Alexia y yo para acercarnos a la manifa y comprobar que, en general, todo era más o menos parecido a nuestro orgullo madrileño: muy buen rollo, muy divertido, mucha drag, mucha musculoca descamisada, mucha purpurina...

Pero claro, como lo del extrañamiento antropológico no se lo puede quitar uno de encima, no pude evitar practicar el juego de las diferencias entre lo que tenemos en casa y lo que ocurre aquí.

1. Asistencia: mucha, muchísima gente, tanta o más que en Madrid. Aunque, eso sí, en el marco de estas avenidas inmensas que tiene París que permiten a las más comodonas y divinas seguir la marcha mientras se toman un cosmopolitan en la terraza de cualquier bar. ¡Con lo bien que esto le vendría a mi amigo Jaime! Eso sí, las cifras están claras: 500.000 participantes según la policía y 700.000 según la organización. Nada que ver con los números que nos da la organización de Madrid (a base de millones de personas) que no se los creen ni ellos mismos. Un poquito de por favor.

2. Carrozas: había cincuenta, pero lo importante no es el número, sino que la gran mayoría de ellas -yo diría que unas 45- eran de colectivos, asociaciones, partidos políticos, sindicatos... Las pocas empresas presentes lo hacían a través de sus asociaciones de empleados LGBT, tipo "asociación de maricas de la Empresa Municipal de Transporte", de Air France o del equivalente local a la RENFE (SNCF). Parece que sí, que otro orgullo menos comercial es posible.


3. Políticos: en la cabeza de la manifestación estaba la alcaldesa de París, Bertrand Delanoë, una marica fuera del armario que se postulará como candidato socialista a la presidencia francesa. Es un poco neoliberal el hombre (como ZP, todo hay que decirlo), pero siempre sería mejor que la insufrible Segolene Royal y, por supuesto, que Sarko. Por cierto, había carrozas de todos los partidos políticos, hasta del de derechas, aunque a esta carroza del equivalente francés del PP la abuchearon un poco por la mierda de propuestas que tiene Sarkozy para LGBT en Francia: nada de matrimonio, como mucho una ley de parejas mejorada sin derecho a la adopción conjunta, ¿os suena? A ver si lo cumple.

4. Bollerío: muchas, muchísimas más chicas, niñas y mujeres que en Madrid. Esto sí que es visibilidad lésbica. A ver si este año se ponen las pilas en España nuestras compis. Además, haciendo gala de algo tan feminista, reivindicativo y Afrodita A como lo de "tetas fuera". Hija, ni velos ni sujetadores. ¡Me encanta!


5. Yogurines: yo me estoy haciendo viejo, pero no creo que eso explique porqué me llamó la atención ver a tanto adolescente en la manifestación: en las carrozas, desfilando, en las aceras. Las cosas están cambiando, pero el lema de la convocatoria seguro que también ayudó.


6. "No a la homofobia en la escuela": con el coño bien plantao y sin arrugarse ante los rugidos de la caverna, se convocó a la marcha para denunciar uno de los principales problemas que afrontan hoy en día las personas no heterosexuales: el acoso escolar. A ver si toman nota desde el gobierno español y desde el movimiento de liberación sexual en España, que parecemos anestesiados por el matrimonio y a la espera de recoger las migajas que nos caigan de la mesa sociata. Mas reivindicación, leche.

7. Mamis y papis: no sólo estaban las madres, padres y familia de personas LGBT, sino que también había mogollón de madres y padres que son LGBT. Aquí en Francia lo tienen chungo porque casi no se les reconocen derechos a las familias homoparentales, pero tienen una asociación fuerte, la APGL, que se hace muy presente en la marcha.

8. Medios: el periódico Liberación estuvo toda la semana sacando reportajes y entrevistas relacionados con el tema de la homofobia en la escuela y entrevistó al Ministro de Educación francés sobre la cuestión. Le Monde publicó una interesante columna de opinión, esas que generalmente en España están copadas por el lobby homófobo tanto en periódicos de derechas como de izquierdas.

9. Diversidad: maricas asiáticos, bollos negras, queer árabes, trans latinas... en España van saliendo del armario, pero las segundas y terceras generaciones francesas hace años que lo hicieron. Ni las culturas ni las religiones homófobas les iban a dejar encerradas. ¡Viva la laicidad! También estaban las Hermanas de la Perpetua Indulgencia, excomulgadas por el papa (no es coña), pero estas se merecen una entrada aparte.





10. La tectonic: el fin de la manifa y la fiesta se celebraron en un lugar simbólico, la Bastilla, que se llenó de una marea de gente muy diferente entre las que se llevaron el protagonismo los tectónicos. La tectonic es ese baile barriobajero típico de los suburbios parisinos -"la banlieue"- que ha conseguido que los canis se vistan de fostorito y vayan con sus amigas maricas a festejar el orgullo.

Pero, a pesar de todo y sin pecar de patrioterismo barato, las francesas son mucho más siesas que las maricas españolas. Así que, para petardeo, Madrid. Nos vemos este sábado en el orgullo.



domingo, junio 22, 2008

 

Perfectas



Pues sí, ahora resulta que los maricas y las bollos tenemos que ser perfectas para tener el respeto de los demás. Nos pasa un poco lo mismo que a las mujeres cuando se incorporan al ámbito laboral o a la política: que tienen que ser buenísimas, talentosísimas y, si me apuras, hasta estilosas y monísimas. ¿Desde cuando un ministro varón de cualquier ramo ha sido ministro porque sabía mucho del tema? Sin embargo, las ministras tienen que ser expertas en todas las competencias de su ministerio si quieren acceder al puesto. Bien, pues ahora resulta que a quienes no somos heterosexuales nos empieza a ocurrir lo mismo en todos los ámbitos de nuestra vida.

Los “iconos gays” no nos ayudan mucho en este sentido. O te decantas por la pluma, rollo Boris, o tienes que estar buenísimo y machacarte en el gym para intentar estar estupendo a los cuarenta y tantos como JesúsVázquez o a los cincuenta como Nacho Duato. Aún recuerdo cuando Edurne, mi excompi de piso, me comentó que le había decepcionado a una chica que nos visitó en casa porque yo no parecía gay ya que no estaba como un tren, como al parecer debemos estar todos los gays. Pues no, mira, yo no tengo todos los días tres horas libres para pasarlas en el gimnasio como ellos y, además, tengo el mismo derecho que cualquier hetero a tener barriguita cuando ya estoy rondando peligrosamente los cuarenta.

Porque eso es otra, parece que aquí a los gays nos han metido de nuevo en el mismo saco que a las mujeres: obligadas a mantenernos jóvenes toda la vida y luchar contra los efectos de la edad. Y eso sí que no: ¡Viva María Teresa Fernández de la Vega y sus arrugas vicepresidenciales (código de barras bucal incluido)! Aunque haya desmentido los rumores sobre su lesbianismo sigue siendo nuestro icono trasgresor.

Respecto al tema de las parejas nos pasa un poco lo mismo: ¿no habéis escuchado el rollito de que las parejas de gays y lesbianas somos más igualitarias que las heterosexuales? Mira sí, no se da por sentado que yo me quede en casa cuidando al niño porque sea una mujer porque mi novia también lo es, o no me toca a mí arreglar el coche porque tú tienes los mismos testículos que yo, pero eso no significa que las parejas homosexuales sean más igualitarias que el resto, ya que existen muchos otros ejes de desigualdad: la formación, la situación económica de cada uno, la edad…

Me viene a la cabeza el primer divorcio de una pareja casada homosexual, ¡cómo se relamían desde “La Razón” y panfletos periodísticos de similar calaña homófoba contando la noticia! Que sí, que tenemos derecho a ser tan malos novios, novias, maridos y esposas como nuestros amigos y amigas heteros y, por supuesto, tenemos derecho no sólo a casarnos, sino también a divorciarnos todas las veces que hagan falta.

Otra es aquella de que las maribollos somos mejores madres y padres que el resto porque detrás de nuestra decisión de tener hijos están muchas horas de darle vueltas al coco y muchos esfuerzos, etc., etc., etc. Pues no chica, no. Que cuando nos llega un bebé, biológico o en adopción, estamos tan perdidos como cualquier hetero. Y andamos como locas buscando por las revistas y webs de futuras mamás, preguntando a nuestra familia y a los amigos que han vivido las mieles y las hieles de las maternidades por esto de criar menores en casa. Y, lo siento mucho por todos los Aquilinos de este mundo, pero también tenemos derecho a equivocarnos como padres y madres e incluso a tomar decisiones erróneas porque la intención será de hacerlo lo mejor posible. Y si se tienen que pasar exámenes psicológicos, que nos los hagan a todos independientemente de nuestra orientación sexual, que ser hetero no es garantía de que se sea un buen padre o madre.

De todos modos, una de mis preferidas es cuando se nos acusa a los maricas (las chicas se libran de esto, pero no sé si es algo muy positivo) de que somos unos promiscuos, que tenemos relaciones con cualquiera y que incluso tenemos relaciones fuera de la pareja. Como dice el antropólogo Óscar Guasch, la infidelidad está permitida entre los heterosexuales siempre que sea llevada a cabo por el hombre y no haya mucha publicidad de la misma. Y, de nuevo, ¿es que tengo que dejar de ser promiscuo para que me respetes o para tener derechos?

Luego está el otro lado, el que nos dice que somos unos acomodados o unos burgueses si nos casamos, si somos fieles o si queremos tener la parejita de niño y niña o un adosado. Ahora resulta que también tenemos que ser las abanderadas de la liberación sexual, de la anarquía, del ecologismo o cualquier otra causa utópica. Pues mira, hay mariquitas perroflautas y lesbis oenegeteras, pero ser LGBT no implica necesariamente que no quieras vivir bien la vida o quieras ser una mártir de cualquier revolución. Como Rosa Díez, la diputada del partido UPD, que casada y bien casada tiene el papo de decir que en el caso de las parejas homosexuales no le gusta que “este tipo de uniones lleven el nombre de matrimonio por las connotaciones religiosas y conservadoras del término”. O sea, que nosotros tenemos que ser progres y no casarnos y ella puede ser una carca conservadora y aprovecharse de todas las ventajas sociales de esa figura legal. ¡Qué morro tienen algunas!

Desde aquí invito a todas los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, pendonas, raritos y raritas en general, a reivindicar nuestro derecho a no ser perfectas. Y esto que se lo apunten también los colectivos LGBT, que a veces nos pintan como si fuéramos las nuevas Madres Teresas en versión queer. Quitadnos ese peso de encima y dejadnos ser malas, feos, carcas, putas o viejos si nos da la gana.


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