martes, marzo 13, 2007

 

Frecuencia



Sí, es cierto, llego tarde, muy tarde, pero es que esta semana que ha terminado ha sido de locura. La fiesta del sábado nos dejó a César y a mi con muy mala cara y un resacón que me impidió estar medianamente lúcido el domingo. Y durante el comienzo de semana no he parado con estreses varios, entre otros los de las Jornadas de cine y sexualidad y las Jornadas de derechos LGBT (de paso hago algo de publicidad encubierta: product placement, que me enseñó Font).

Y eso que el tema de hoy promete, porque leyendo cosillas en la blógola me di cuenta de que tenía que decir algo que parece de cajón pero que muy pocos reconocen: estando en pareja se folla más (y normalmente mejor) que estando solo o sola. Cada vez que digo esto en algún foro, se me echa la gente encima diciendo que no, que hay muchas parejas que no follan casi, que con el paso del tiempo se acaba la pasión, bla, bla, bla.

Más allá de las experiencias personales, que no se pueden generalizar, están los datos. Sí, puede que tú hayas tenido relaciones sexuales con más frecuencia cuando estabas soltero o soltera que desde que llevas unos años en pareja, o que tu amigo nosequién, que es un putón liberado y está buenísimo, tenga mucho más sexo que mucha gente emparejada, pero la generalidad es que cuando tienes un partenaire estable el polvo está casi asegurado.

Aquí van unas cifras que ha publicado la Zero este mes y que muestran que, al menos entre las personas que mantienen relaciones homosexuales que participaron en la encuesta, tienen sexo con más frecuencia aquellas que están en pareja. Me dice Luiz que también hay una presión social para que, si estás en pareja, digas que sí follas en una investigación o en cualquier conversación, cuando a lo mejor no te comes un rosco en mucho tiempo; pero esa misma presión también la sufren las personas solteras, especialmente si eres marica, en una cultura donde no follar está muy mal visto excepto por aquellos del Amo a Laura.

No sólo los datos nos hacen pensar esto, es también una cuestión de sentido común: si no tienes una relación con una persona en la que se presupone la posibilidad de mantener relaciones sexuales, tienes que realizar el trabajo de buscar a esa persona con la que mantenerlas. Y si no es siempre la misma persona, cada vez que quieres conseguir compañeros o compañeras sexuales tienes que volver a realizar este trabajo que normalmente requiere una inversión de tiempo, desplazamientos, conversación, acicalamiento, etc. que en las parejas estables es mínima. Por chat, yendo a ligar a una discoteca o a un museo, visitando un cuarto oscuro o un lugar de cancaneo, apuntándote a una asociación o asistiendo a una fiesta de tu amiga... como sea, pero tienes que buscar espacios donde se pueda encontrar a más gente que, quizás, quiera follar. Después deberás dar con alguien que también tenga interés sexual en ti. Pero ahí no acaba todo, cuando ya está claro que existe un interés mutuo, hay que iniciar una labor de cortejo (o acoso y derribo según los casos) hasta que finalmente se decide que sí, que habemus sexo, y comienza la tarea del dónde, el cómo y el cuándo.

Todos estos "trabajos" te los ahorras en una relación en la que el sexo está siempre a mano (especialmente si se convive en la misma casa). Claro que con el tiempo la pasión se va apagando y la chispa del ligoteo ayuda mucho a la líbido... Aún así, para las parejas que deciden combinar ambas opciones, sexo en pareja y fuera de ella (las parejas abiertas) el sexo siempre estará disponible.

Eso por no hablar de la calidad del sexo que se obtiene... porque, ¿para qué negarlo?, no todos los polvos con una persona desconocida son especialmente placenteros y reconfortantes. Hay mucho ensayo-error hasta que se consigue algo decente y, cuando encuentras esa conexión que te lo hace pasar tan bien, normalmente intentas repetir y repetir hasta que se va creando o bien una relación de follamigos/as (es decir, amigos con derecho a roce o fuck buddies para las anglosajonas) o bien una relación de pareja.

En fin, estas son mis comeduras de tarro de esta mañana. Pero vaya, nada especialmente profundo o cerrado... se admiten -como siempre- opiniones y sugerencias que apoyen o desmientan estas teorías.


domingo, marzo 04, 2007

 

Plumofobia



Este era un tema que hacía tiempo tenía ganas de tratar y que hoy, por fin, tengo tiempo y ganas de sentarme a hacerlo. Retomo una definición de plumofobia que escribí por aquí hace unos meses: dícese de la aversión irracional hacia el amaneramiento femenino de las maricas varones o masculino de los bollos mujer.

Como decíamos ayer, a mucha gente no le importa que uno o una se acueste con otro u otra de su mismo sexo, pero siempre que quede en el ámbito privado y que no ponga en cuestión la heteronormatividad. La homofobia se dirige contra aquellas personas que se salen de la heterosexualidad y lo hacen públicamente, pero también contra aquellas que se salen de sus roles de género: contra las mujeres que no hacen lo que tienen que hacer las mujeres y, especialmente, contra los hombres que no hacen lo que se supone que tienen que hacer los hombres. Si no te gusta el fútbol, si no eres rudo y casi bruto, si te da por el ballet clásico o por llorar, lo primero que te van a llamar es ¡maricón!.


Contra las chicas que se salen de sus roles de género, el insulto tiene más que ver con su libertad sexual, ya que normalmente las llamarán "putas", "guarras" o "zorras", pero siempre se utiliza la lesbofobia para atajar las posibles alianzas entre mujeres en situaciones de discriminación. Recuerdo a unas amigas que se unieron contra una injusticia en su trabajo y enseguida empezaron a decir que eran lesbianas y estaban enrolladas para desprestigiarlas a ellas y a sus reivindicaciones. El ejemplo más claro es el del feminismo, que siempre se ha intentado denostar y deslegitimar diciendo que todas las feministas son lesbianas.


La plumofobia no es más que otra forma de homofobia, la que tenemos los homosexuales contra nosotros mismos si nos saltamos la segunda de las normas: hacer lo que se supone que es del otro sexo. Si un chico tiene formas suaves, se expresa con delicadeza y le gusta teñirse de rubio platino y dar grititos, se le llamará "loca" o "plumífera" y en muchos casos recibirá el desprecio abierto del resto de maricas. Es decir, que se puede ser homosexual (follar con gente de tu mismo sexo) pero no ser maricón (hacer cosas que no son de tu sexo). Aquello de "sí, pero que no se te note". O sea, que está bien ser maricón si eres como Jesús Vázquez -guapo y sin pluma- pero no si eres como Boris. Y esto no sólo lo dicen los heteros rancios, sino también m
uchas maricas (a las que probablemente les jode un montón que las traten en femenino).

Es increíble cómo este tipo de homofobia en forma de plumofobia está extendida por el ambiente. Basta darse una vueltecilla por alguna sauna o un bar de osos para darse cuenta de cómo se juega a performar las masculinidades más tradicionales. Hay veces que me da la impresión de estar en uno de los talleres de "drag kings" que hacen las chicas queer: todo el mundo haciéndose el machito con formas y maneras que a veces, si consigues salirte de la escena, dan hasta risa. Esta foto no esta tomada a la entrada del Hot, sino en un festival de drag kings de San Diego (el del peto caído está buenorro):

Si es un juego erótico y de flirteo, fenomenal, pero si eso se convierte en exclusión o insulto -que es lo que pasa muchas veces- pues no creo que sea correcto, ya que se llega a faltar el respeto al personal. Me pasa Kike algunas de las joyas que escribe la gente en sus perfiles del bakala: "las lokas sí pero para reirse"; "si quiero una mujer me busco una piba"; "no tengo nada en contra de la pluma, pero si tienes pluma pasa de mandarme mensajes"... ¿Os imagináis que alguien dijera "no tengo nada en contra de los homosexuales, pero si eres maricón, por favor, no me dirijas la palabra"?

Y eso que la pluma, como dice mi amigo Font, también puede ser sexy, erótica o atractiva. Que un chico tenga pluma no significa que deje de ser chico y, por lo tanto, deje de gustarte si te gustan los chicos. A mi personalmente, esas personas con características andróginas que juegan constantemente con los límites entre los géneros me llaman mucho la atención. Recuerdo un chico transexual (de chica a chico) que vino a darnos una charla en un curso y al final todos caímos rendidos ante sus pies: las chicas homo y hetero + los chicos homo y hetero...

Por lo que me cuentan mis amigas bollis, algo similar ocurre entre las chicas: los rasgos de masculinidad en una mujer suelen estar muy mal vistos entre muchas lesbianas y casi molesta eso de que te digan que tienes "pluma". Esto de la "pluma bollo" lo pongo entre comillas porque siempre pensé que no se aplicaba a las chicas masculinas, pero sí es así. Como decía César, una chica que es muy masculina debería tener "grasa" (por aquello del camión o algo así), pero no "pluma", que parece que nos remite al mundo de las boas y las lentejuelas.


En cualquier caso, todas estas manifestaciones de desprecio, rechazo e incluso violencia, lo único que hacen es poner de manifiesto el carácter transgresor de la pluma de las maricas y los bollos ya que ponen en cuestión el sistema sexo/género, la desigualdad entre hombres y mujeres y en último extremo el patriarcado. Así que, como decían hace unos años, "¡si les molesta tu pluma, clávasela!"

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