domingo, noviembre 26, 2006

 

Instituciones



Pues después de todo lo ocurrido ahora lo que más me apetece es recuperar mi rutina, mi normalidad y mi día a día, así que retomo hoy domingo el tema sobre el que tenía pensado escribir la semana pasada.

En esos días antes de la agresión andaba yo flipado por la decisión de la Real Academia Española de no incluir entre las actualizaciones del "Diccionario esencial de la lengua española" ni la expresión "violencia de género" ni la acepción de matrimonio entre personas del mismo sexo. Tanto es así que con María de la Alusión teníamos pensado montar una performance y todo para denunciar el hecho.

La excusa para no incluirlo, según el director de la Academia, Víctor García de la Concha, es que su uso no está suficientemente extendido o asentado y que el objetivo de la RAE es "fijar la norma de la corrección". Pero cuando han aceptado palabros tan utilizados y comprendidos por el común de los mortales como "melé", "mulá" o "timorense" la cosa parece que tiene un tufillo machista y homófobo.


En fin, que no se puede esperar mucho de una institución en la que la mayoría de sus miembros son varones y que representan a lo más rancio. Son precisamente instituciones en las que apenas hay mujeres y que no son elegidas democráticamente las que sistemáticamente se oponen a la utilización del término género para referirse a la violencia contra las mujeres o de la palabra matrimonio para nombrar el casamiento entre dos personas del mismo sexo. Como la propia RAE, el Consejo General del Poder Judicial o la jerarquía de la iglesia católica. ¡Menos mal que ellos no hacen las leyes, sino el Parlamente elegido por toda la ciudadanía! Sin embargo su poder social, económico, mediático y cultural es tan fuerte que no hay que perder de vista sus posiciones.


Pero, ya que hablamos de instituciones, hay que denunciar que las políticas públicas no están incluyendo la igualdad de las personas homosexuales y transexuales. A pesar de que el Plan Nacional de Acción para la Inclusión Social (2005-2006) nombraba a las personas homosexuales y transexuales entre los colectivos prioritarios a la hora de asegurar la igualdad de oportunidades y luchar contra la discriminación nada se ha hecho desde el Ministerio de Asuntos Sociales para este colectivo.


La Comisión de Educación y Ciencia del Congreso aprobó en junio pasado una Proposición no de Ley sobre el establecimiento de medidas para el reconocimiento de la diversidad afectivo-sexual en el sistema educativo y contra la homofobia. De momento, ni la mayor parte de las comunidades autónomas ni el Ministerio de Educación ha hecho nada al respecto.


Siguiendo la estela del feminismo, lo que hace falta reclamar ahora es que desde todas las administraciones se empiecen a dar políticas públicas para promover esa igualdad real entre todas las personas más allá de sus gustos sexuales. Para eso es necesario que los Ayuntamientos comiencen a crear concejalías de igualdad desde las que se trabaje estos temas, como hace el Ayuntamiento de Coslada en Madrid; que las comunidades autónomas incorporen la diversidad sexual a sus políticas sociales y, sobre todo, educativas y que desde el estado se cree un instituto que se encargue de alentar estudios, campañas, observatorios y publicaciones sobre la diversidad sexual al estilo del Instituto de la Mujer.


Llegan tiempos de elecciones y sería conveniente demandar a nuestros políticos y políticas que tengan en cuenta estas reivindicaciones. Las políticas públicas implican presupuestos y una voluntad decidida frente a las resistencias de poderes no democráticos que sólo se preocupan por mantener sus privilegios.


jueves, noviembre 23, 2006

 

Concentración



Muchísimas gracias a todo el mundo que me ha escrito, me ha mandado mensajes o me ha llamado (disculpad que no responda pero estoy todavía un poco mareado). Me preguntáis cómo estoy y la verdad es que, en general, bien. Las heridas físicas van mejorando y lo de los mareos parece que también. Las heridas del alma también van sanándose y para esto la mejor medicina son todos los mensajes de ánimo, solidaridad y apoyo que estamos recibiendo desde hace días. Gracias de veras.

Creo que la mejor forma de responder a este ataque violento es la que caracteriza a todos los que creemos en un mundo distinto: a través de la razón, de la palabra, de la creatividad, del humor y del amor. Por eso os invito a participar en la concentración pacífica que se llevará mañana viernes a las 20h en la entrada de la estación de Príncipe Pío contra la violencia homófoba.

Una forma pacífica y no violenta de cambiar el mundo es a través de la educación. Una educación en valores que nos forme en el respeto a la diversidad y en la idea de que los derechos humanos –como el derecho a la integridad física, a la dignidad, a la paz y a una vida sin violencia– es algo inherente a cualquier persona sea cual sea su edad, raza, sexo y, como en el caso que me afecta, orientación sexual.

La asignatura de Educación para la Ciudadanía se presenta como el mejor espacio para que cualquier estudiante de este país aprenda que existe una diversidad de formas de amar y una gran diversidad de familias y que todas deben ser respetadas. Parte de la jerarquía de la Iglesia católica no comparte esta idea y parece que el gobierno socialista está cediendo a sus presiones y no incluirá este tema en el diseño final asignatura. Por eso ahora más que nunca es importante concentrarnos para pedir que no se den más agresiones homófobas y para reclamar al gobierno que la educación sea el medio para ir creando una sociedad donde todos y todas tengamos sitio y podamos ser felices y vivir en paz.

¡Nos vemos mañana en Príncipe Pío!


lunes, noviembre 20, 2006

 

Homofobia



¿Cómo es posible que una persona que no te conoce de nada pueda odiarte tanto? Esa era la pregunta que me ha estado rondando todo el fin de semana desde que recuperé la consciencia tras el ataque homófobo que sufrí el viernes pasado por la noche. Hace unas semanas os hablada de injuria y del ataque homófobo que sufrieron unos chicos por besarse en una piscina. Pues bien, este finde me tocó a mi.

Os cuento lo que me ha contado mi novio porque entre las consecuencias del botellazo que me dieron en la cabeza, está la amnesia y no me acuerdo de nada del episodio ni de unas horas antes ni después... Eran las 10:30 de la noche del viernes y bajabamos las escaleras que hay a la entrada de la estación de metro de Príncipe Pío. Como todavía sigo convaleciente de mi tendón, siempre que hay escaleras me agarro como una viejecilla del brazo de la persona que tengo al lado para sentirme más seguro y así lo hice con mi novio. Empezamos a escuchar gritos que decían: "¡Bujarrones!" o algo parecido y yo le comenté a Coque que a lo mejor eran amigos suyos ¡¿Quién se iba a imaginar que en pleno siglo XXI en la ciudad de Madrid todavía existe gente que se dedica a llamar bujarrones a unos chicos que bajan del brazo unas escaleras?!

Pues el caso es que sí los hay. Mi chico se volvió y les contestó, se acercó uno de ellos; empezó a insultarnos y le lanzó una patada a mi novio. Él le respondió con un puñetazo y a partir de ahí todo fue muy rápido: dice que me vió a mi protegiéndome, que escuchó un botellazo y que según él me iba quitando a uno de encima el otro que se recuperaba -en lugar de pelear contra él- volvía a pegarme patadas y puñetazos a mi que estaba en el suelo. ¡Qué valientes! Iban a por el cojo, el pequeño (bajitofobia), a por el que estaba inconsciente y no podía defenderse. Al final mi chico fue a coger el teléfono del bolso para llamar a la policía y los tres, pensando que tendría algo ahí, salieron huyendo y Coque detrás gritándoles: "¡No huyáis! ¡Cobardes! ¿Quién es el maricón ahora?"

El resultado es que acabé en urgencias y pasé la noche allí. Perdí la memoria corta y no me acordaba ni de lo que ocurrió ni de nada de lo que me decían. Además, tengo toda la cabeza magullada y con cortes de la botella que estallaron contra mi frente (ver foto), la mandíbula dolorida, el labio partido por dentro (lo que más me molesta para comer) y cuatro puntos en la oreja. Me dieron un montón de golpes en la espalda, pero me salvó la mochila acolchada que me regaló mi hermana y que, a su vez, iba llena de libros para trabajar la diversidad sexual en el aula y luchar contra la homofobia. Ya han cumplido su papel porque un mal golpe en la columna o los riñones podría haberme dejado secuelas toda la vida y por lo visto se ensañaron conmigo. Lo peor ha sido el golpe en la cabeza -traumatismo craneoencefálico que dicen los médicos- que hace que me maree cada vez que hago un movimiento brusco. Pero vaya, ahora, casi dos días después, ya estoy mucho mejor. Hoy vamos a poner la denuncia a la policía o el juzgado con un abogado del COGAM.

Lo más positivo de todo, otra vez, tener a toda mi familia, mis amigos, mi novio, cuidándome y mostrándome lo mucho que me quieren (Octavio y Belenchi me trajeron Nolotil, ramazo de flores y comida coreana, ñam, ñam...). Mi chico, como siempre, se portó genial. Hay muchas anécdotas sobre esto de perder la memoria corta que os podría contar (¡qué curiosa es la menta humana!), pero lo más bonito es que Coque le pidió un rotulador a una enfermera y escribió en mi mano "Te quiero". Así, cada vez que me despertaba, no recordaba o no sabía qué había pasado, aunque estuviera solo en el hospital, miraba mi mano y sabía que él estaba ahí conmigo.

Por cierto, genial la policía y la gente del Hospital Clínico. ¡Viva lo público!

Respecto a los chicos que me pegaron, me dice Coque que ni eran extranjeros, ni gitanos, ni skins... eran chicos españoles de unos veintitantos años. Esto lo escribo porque a veces nos gusta pensar que la homofobia está en los otros, pero no, son nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o de estudios e incluso nuestros hijos. Y es nuestra responsabilidad educarles para que ese odio irracional no nazca en ellos. He estado pensando mucho estos días en la sociedad violenta en la que vivimos, en cómo nos enseñan a resolver nuestras diferencias a través de la violencia aunque eso sólo empeora las cosas. He pensado también bastante en las mujeres que sufren violencia de género, en lo duro que debe ser que alguien que supuestamente te quiere te maltrate, en la vergüenza de salir a la calle con la cara llena de señales (¡no os podéis imaginar el miedo que me daba que se me pusiera el ojo morado!). Ahora más que nunca tiene sentido seguir trabajando en los cursos contra el sexismo y la homofobia.

A los que me pegaron ya les he perdonado. No quiero tener odio o rencor dentro de mí y me siento mejor así. Aunque, claro, quiero que cambien y haré lo posible para que así sea. Y quiero que cambie la Iglesia Católica, el Partido Popular, Ana Botella y todos los que alimentan y no condenan estos atentados contra las personas homosexuales, porque ellos son los batasunos de la violencia homófoba.

Estoy decidido a seguir mostrando mi afectividad en público: en esta lucha por la igualdad nuestros besos, nuestros abrazos, nuestro amor son las "armas" con las que vencer sus puñetazos, sus botellazos, sus insultos, sus patadas y su odio.


domingo, noviembre 12, 2006

 

Frikis



Mi amiga María de la Alusión me escribe para decirme que este blog es hedonista y falto de sentido crítico. Y lleva razón: releo la bitácora y parece una campaña continua pro-marica-bollo. Claro que no se trata de criticar por criticar. ¿O sí? Me pide mi opinión “sobre ese fenómeno tan extraño que se da bastante en el ambiente y según el cual "ser homosexual me ha hecho más libre" o "es un don" o "ser gay me hace ser superior"... Como si el frikismo y las depresiones frecuentes no dieran cuenta de que esto no siempre es así. Me imagino que tiene que ver con la resiliencia esa.”

Dice María de la Alusión, y yo la secundo, que por gays no sólo no somos superiores, sino que además estamos expuestos a las consecuencias de la homofobia y ello puede llevar a una serie de problemas en el desarrollo de la personalidad del individuo que deben ser tenidos en cuenta. Como por ejemplo, dejarnos llevar por los procelosos cantos del frikismo. Muchos de estos gayers rarunos son los que abanderan los discursos tipo: “¡Yo soy más que vosotros porque soy gay!”. No meri, si eres un cuadro eres un cuadro, seas hetero, gay o fontanero.

Pero sí, reconozcámoslo, hay mucho friki entre las maris y los bollos. Si te mueves por el ambiente seguro que te viene alguno a la cabeza, pero si no, te paso una pequeña lista: Leonardo Dantés, el pianista de Parada, el fan número uno de Tamara, AKA Ámbar, AKA Yurena (Richy Bastante)… Y aquí una reflexión: ¿Por qué hay tanto friki en las asociaciones LGBT? Que conste que se lo pregunta una marica activista.

Yo relaciono todo esto con nuestras “adolescencias robadas”. Mientras la mayoría de chicos y chicas quinceañeras aprovechaban su adolescencia para foguearse en eso de las relaciones sexuales y amorosas, la mayoría de las no heterosexuales nos dedicábamos obsesivamente a otros menesteres como la lectura, el arte, los ordenadores, los videojuegos, el cine, los estudios, hacernos siniestras… Eso nos permitía mantenernos seguros al margen de los espacios heteronormativos y, mira, ya que nos tratan de raras, pues raaaaaras del todo.

Es obvio que hace falta una dosis extra de orgullo gay cuando te están insultando, discriminado o haciéndote creer que eres menos, pero eso no nos debe hacer caer en posiciones contrarias a las que defendemos. Es lo que ocurre con las –pocas– feministas que siguen diciendo que las mujeres son más sensibles que los hombres, están en contra de la violencia y que si ellas gobernaran todo iría mejor y no habría guerras (¡será que no conocen a Margaret Thacher o a la Espe!). No nena, el feminismo es creer en la igualdad social, legal, relacional de todos los seres humanos independientemente de su sexo. Pues lo mismo pasa con aquellos gays y quizás algunas lesbianas que se creen que la heterofobia es la solución contra la homofobia y no paran de colocar en un mismo saco a todos los heteros para decir que son más brutos, menos alternativos o peores en cualquier arte o maña. A mi esos discursos de lo guays que somos en la acera de enfrente me generan cierto repelús.

Pero claro, como todo lo que tocan las maris se acaba conviertiendo en moda, ahora resulta que ser friki es lo más y hasta existe un día del orgullo friki. Pues nada, os esperamos con las carrozas.


domingo, noviembre 05, 2006

 

Cancaneo



Bajo el nombre de cancaneo se conoce en el mundo marica al ligue en espacios públicos. Es una forma de conocer parejas sexuales que se daba ya hace décadas, como comprobó el historiador Chauncey al describir el ligoteo marica que se producía en las calles de Nueva York a principios del siglo pasado. También durante el franquismo en España, cuando no podían prodigar espacios de encuentro homosexual privados (bares o discotecas) a no ser que fuesen de adeptos al régimen, el ligue callejero se presentaba como la mejor y a veces única alternativa posible: se podía follar de una forma oculta y, por tanto, no perseguida. Aunque fue una época negra para los homosexuales, hablando con gays mayores muchos recuerdan con nostalgia sus épocas de cancaneo.





El cancaneo es universal, como lo demuestra la Guía Spartacus o las andanzas de George Michael por los baños de Los Ángeles o los parques de Londres. Por cierto, Robbie Williams mostró su solidaridad con G. Michael cuando dijo aquello de "si hubiera un bosque cerca de mi casa lleno de mujeres que buscan sexo, sería difícil para mi no acudir allí". Y es que, aunque se den
intentos en el mundo hetero por reproducirlo, lo sentimos: de momento el cancaneo encuentra su esplendor en el mundo homosexual.



¿Por qué no existen estos puntos de encuentro sexual para heterosexuales? Gayle Rubin, una antropóloga feminista lesbiana y sadomasoquista muy inteligente, ya explicaba por los años setenta que uno de los pilares de la relación de desigualdad de género es el control de los cuerpos y la sexualidad de las mujeres. Y el miedo es un instrumento fundamental para ese control: miedo que se inculca a las mujeres a caminar solas por un parque o por una playa semi vacios -especialmente si es de noche- o a tener sexo con un desconocido. Claro, que el miedo de las mujeres está justificado, porque en muchas ocasiones hay hombres que no respetan un "¡no!" a sus proposiciones sexuales y si hay un requisito básico para que el sexo sea placentero, es que sea consensual.

Según el antropólogo Óscar Guasch el ligue callejero se da fundamentalmente en la marginalidad espacial y temporal (parques, descampados, aparcamientos, playas, gasolineras, a horas intempestivas), pero también en la centralidad espacial y temporal (horas punta, trenes abarrotados del metro, urinarios de centros comerciales y estaciones de transporte público...).

Aunque hoy existen otros medios institucionalizados de encuentro sexual homosexual, como las saunas o las discotecas, el cruising, que es como también se conoce al ligue callejero, se sigue realizando de forma generalizada. Bien en espacios señalados al efecto, o bien en cualquier otro lugar de la ciudad: por las calles, en un bus, haciendo la compra en el mercado... ya que en el cruising juega un papel fundamental la actitud y, sobre todo, la mirada: unas décimas de segundo más sosteniendo la mirada a otro hombre pueden denotar un interés mutuo. A partir de ahí sólo hay que ir manteniendo abierto el canal de comunicación: te hago gira-pop al pasar (voltear la cabeza), me paro, te escaneo de arriba a abajo, te digo algo, te rozo... en fin, las posibilidades son tan diversas como la creatividad y la situación lo permitan.

Aunque se pueda dar en todas partes, este ligoteo se presenta con más profusión en determinados espacios. Por ejemplo, si vas a la inauguración de un artista dedicado al informalismo abstracto en La Casa Encendida, es muy fácil que a los dos segundos le digas a tu hermana: "¡menudo cancaneo hay por aquí!". Lo mismo ocurre en los Renoir, en el Ikea, en la Fnac, la salida de la Filmo, el Zara-taras, el Retiro, la Gran Vía... Por no hablar de playas apartadas en cualquier paraje natural protegido.

La gente sigue acudiendo al ligue callejero o en espacios públicos porque es más barato que una sauna o una discoteca; muchas veces es más efectivo (es decir, es más fácil ligar); puede surgirte en cualquier momento o lugar; tiene un cierto componente de morbo y, sobre todo, es muy conveniente en el sentido anglosajón de la palabra, ya que probablemente está disponible cerca de casa y en cualquier momento del día. La casa de campo, por ejemplo, es 24 horas.

Es interesante que este tipo de encuentros permanezca totalmente oculto a los ojos no informados, no sólo de los heterosexuales, sino también de personas homosexuales que no manejan los códigos del cancaneo. Por eso es un tipo de ligue que no debería ofender a nadie, ya que si no lo vas buscando, ni siquiera lo ves. Todo intento de escandalizarse al respecto tiene más que ver con mogigatería, puritanismo o reparos morales hacia el sexo casual y sin compromiso que con un problema de tipo social que pueda molestar a alguien.

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